La verdadera historia del “Santa Leonor”
El reloj ubicado en el puente de mando marcaba la una de la madrugada de ese día domingo 31 de marzo de 1968. Como práctico de canales el capitán Ernesto Ruíz Muñoz, daba las instrucciones a los oficiales para un buen navegar por el temido Canal Smith. El “Santa Leonor” era un muy buen mercante de propiedad de “Grace Line” y traía carga variada directo de Buenos Aires a Valparaíso.
El práctico Ruíz Muñoz de muchos años de experiencia en los temidos canales del Mar del Sur, había subido al barco de bandera norteamericana a las 9.35 del sábado en Posesión. Cuando subió por la débil escalerilla desde la lancha al mercante, había recibido muchas bromas de los tripulantes que lo despedían, por lo verde del casco del Santa Leonor. Era muy conocida su afición por el Santiago Wanderer, equipo del fútbol chileno afincado en el puerto de Valparaíso y que lucía uniforme verde en sus presentaciones.
El capitán Donald Johnson se encontraba a corta distancia del práctico chileno. El oficial revisaba con detención una carta del Canal Smith en la Sala de Cartas del puente de gobierno. El piloto Clayr Dunnan de excelente dominio del español, mientras miraba atento el radar informaba y bromeaba con el práctico. Todo estaba en penumbras en esa noche estrellada de marzo. Un fuerte viento que provenía del norte, ameritaba extremar las precauciones. El derrotero decía sobre el paso Shoal “cuidarse de las mareas...hay tres vueltas pronunciadas a corta distancia la una de la otra” ello por los roqueríos del lugar.
Eran la una y media de la mañana cuando sobrevino el inicio de la pesadilla. En pocos minutos el barco sufrió un fuerte embate y fue lanzado en una loca carrera hacia los roqueríos de la Isla Isabel. Nada sirvió. Ni los gritos desenfrenados al timonel John D’Acquisto para que diera un fuerte golpe al timón. El capitán Jonson corría de un lado a otro prendiendo los focos para vislumbrar la cercanía a la costa. Todo hacía presagiar un indeseado destino. Lo sorprendente vendría cuando el “Santa Leonor” , recibe la segunda estocada de otro roquerío semi-sumergido. Levantado en vilo por las fuerzas de la naturaleza va a dar sobre las rocas de los islotes del grupo Adelaida. Escorado a 75 grados, su proa sumergida y su popa al aire, mostrando el timón cerrado a estribor. Esa es la visión que hoy deja consternados a los turistas y navegantes que lo ven al encontrarse de improviso con él cuando navegan por el Paso Schoal.
S.O.S. NOS HUNDIMOS
Eran las dos de la madrugada cuando se escuchó en al Radio-Estación Naval “Magallanes”, ubicada en Puntas Arenas, el llamado de auxilio desde el “Santa Leonor” . La tercera Zona Naval de inmediato ordenó la partida del remolcador de altamar “Colo-Colo” hacia el lugar del naufragio. A la vez que todas las naves que se encontraban navegando en el sector debían concurrir raudamente al sitio del suceso. El primero en llegar fue el “Cabo de Hornos”, quien procedió a rescatar a los 51 tripulantes y siete pasajeros que transportaba el buque siniestrado.
El capitán del “Cabo de Hornos” , Mario Vera, dijo posteriormente que estaba admirado por la disciplina demostrada por los náufragos. Esa conducta les había permitido salvar a todos con vida. Eso si en todos había mucha pena, pues no habían salvado sus efectos personales, algunos ni siquiera ropas e identificación. El lunes 1° de abril, estaban listos en Punta Arenas para regresar por vía aérea a sus lugares de origen. Sólo siete de los tripulantes se quedaron en Punta Arenas para abocarse al sumario.
RAQUETEROS A BORDO
El Comandante de la nave “Colo-Colo” , informa el día 4 de abril, que los buzos no se han podido acercar al “Santa Leonor” por la barrera de petróleo que flota en el agua. Algunos marinos que llegaron a los camarotes de babor informaron...”las ropas y elementos personales botados sobre el piso y manchados de petróleo, lo que hace suponer que piratas visitaron la nave entre el domingo y el amanecer del lunes, buscando artículos de valor y botando todo en su apresuramiento por encontrarlos” (Diario “La Prensa Austral” 4/4/1968, Pág. 5.)
El antecedente que hemos transcrito es nuevo. No hay referencia a él cuando se habla, en conversaciones informales, del saqueo y desvalijamiento del “Santa Leonor”. Todos argumentan que quienes llegaron al barco hundido, debieron esperar que la Armada se retirara del lugar. Ello porque de acuerdo a la Ley de Navegación, si pasado sesenta días los armadores no aparecen, el barco debía pasar a la beneficencia. Es común que los Armadores si el barco no es recuperable se lo entreguen a la Armada del país en cuyas costas se hundió. Los Armadores junto a peritos del Lloyd de Londres llegan el 9 de abril y dan por perdido el barco.
El práctico Ruíz Muñoz de muchos años de experiencia en los temidos canales del Mar del Sur, había subido al barco de bandera norteamericana a las 9.35 del sábado en Posesión. Cuando subió por la débil escalerilla desde la lancha al mercante, había recibido muchas bromas de los tripulantes que lo despedían, por lo verde del casco del Santa Leonor. Era muy conocida su afición por el Santiago Wanderer, equipo del fútbol chileno afincado en el puerto de Valparaíso y que lucía uniforme verde en sus presentaciones.
El capitán Donald Johnson se encontraba a corta distancia del práctico chileno. El oficial revisaba con detención una carta del Canal Smith en la Sala de Cartas del puente de gobierno. El piloto Clayr Dunnan de excelente dominio del español, mientras miraba atento el radar informaba y bromeaba con el práctico. Todo estaba en penumbras en esa noche estrellada de marzo. Un fuerte viento que provenía del norte, ameritaba extremar las precauciones. El derrotero decía sobre el paso Shoal “cuidarse de las mareas...hay tres vueltas pronunciadas a corta distancia la una de la otra” ello por los roqueríos del lugar.
Eran la una y media de la mañana cuando sobrevino el inicio de la pesadilla. En pocos minutos el barco sufrió un fuerte embate y fue lanzado en una loca carrera hacia los roqueríos de la Isla Isabel. Nada sirvió. Ni los gritos desenfrenados al timonel John D’Acquisto para que diera un fuerte golpe al timón. El capitán Jonson corría de un lado a otro prendiendo los focos para vislumbrar la cercanía a la costa. Todo hacía presagiar un indeseado destino. Lo sorprendente vendría cuando el “Santa Leonor” , recibe la segunda estocada de otro roquerío semi-sumergido. Levantado en vilo por las fuerzas de la naturaleza va a dar sobre las rocas de los islotes del grupo Adelaida. Escorado a 75 grados, su proa sumergida y su popa al aire, mostrando el timón cerrado a estribor. Esa es la visión que hoy deja consternados a los turistas y navegantes que lo ven al encontrarse de improviso con él cuando navegan por el Paso Schoal.
S.O.S. NOS HUNDIMOS
Eran las dos de la madrugada cuando se escuchó en al Radio-Estación Naval “Magallanes”, ubicada en Puntas Arenas, el llamado de auxilio desde el “Santa Leonor” . La tercera Zona Naval de inmediato ordenó la partida del remolcador de altamar “Colo-Colo” hacia el lugar del naufragio. A la vez que todas las naves que se encontraban navegando en el sector debían concurrir raudamente al sitio del suceso. El primero en llegar fue el “Cabo de Hornos”, quien procedió a rescatar a los 51 tripulantes y siete pasajeros que transportaba el buque siniestrado.
El capitán del “Cabo de Hornos” , Mario Vera, dijo posteriormente que estaba admirado por la disciplina demostrada por los náufragos. Esa conducta les había permitido salvar a todos con vida. Eso si en todos había mucha pena, pues no habían salvado sus efectos personales, algunos ni siquiera ropas e identificación. El lunes 1° de abril, estaban listos en Punta Arenas para regresar por vía aérea a sus lugares de origen. Sólo siete de los tripulantes se quedaron en Punta Arenas para abocarse al sumario.
RAQUETEROS A BORDO
El Comandante de la nave “Colo-Colo” , informa el día 4 de abril, que los buzos no se han podido acercar al “Santa Leonor” por la barrera de petróleo que flota en el agua. Algunos marinos que llegaron a los camarotes de babor informaron...”las ropas y elementos personales botados sobre el piso y manchados de petróleo, lo que hace suponer que piratas visitaron la nave entre el domingo y el amanecer del lunes, buscando artículos de valor y botando todo en su apresuramiento por encontrarlos” (Diario “La Prensa Austral” 4/4/1968, Pág. 5.)
El antecedente que hemos transcrito es nuevo. No hay referencia a él cuando se habla, en conversaciones informales, del saqueo y desvalijamiento del “Santa Leonor”. Todos argumentan que quienes llegaron al barco hundido, debieron esperar que la Armada se retirara del lugar. Ello porque de acuerdo a la Ley de Navegación, si pasado sesenta días los armadores no aparecen, el barco debía pasar a la beneficencia. Es común que los Armadores si el barco no es recuperable se lo entreguen a la Armada del país en cuyas costas se hundió. Los Armadores junto a peritos del Lloyd de Londres llegan el 9 de abril y dan por perdido el barco.